Dejemos los “parches” y hablemos de rentabilidad.
Dejemos los “parches” y hablemos de rentabilidad.
¿Somos conscientes de que un buen diseño comercial no se trata sólo de algo estético? El diseño no es belleza. El diseño comercial es una manera de diferenciarse. Y más cuando hoy en día la calidad no es un signo distintivo sino que va implícita al producto/servicio. En el siglo XXI los clientes cada vez exigen más nivel a un menor coste, la calidad se da por servida.
Entonces, si damos por hecho unos mínimos de calidad ¿Qué es lo que diferencia a un negocio de otro?
Pensemos por ejemplo, en dos restaurantes, uno al lado del otro que ofrecen el mismo producto ¿Cuál se llenará más, el que tiene un diseño acogedor y embriagador o el que hace más de 10 años que no reforman? La respuesta es evidente. La mayoría de la gente va a pasar un buen rato a un restaurante, le gusta estar en un sitio apetecible. Entonces, si este restaurante tiene más clientes, ¿El propietario puede permitirse subir discretamente los precios para tener más beneficios? La respuesta también parece evidente, ya que a la gente no le importa pagar un poco más por estar en un sitio trendy.
Sabemos cúal es la solución.
Todo esto parece obvio. Somos conocedores de la importancia de la psicología del bienestar en lugares que ofrecen servicios de ocio. Y es entonces, cuando sabiendo que nuestro establecimiento está obsoleto, nos ponemos en contacto con especialistas. Pedimos socorro y nos hacen una propuesta de cómo podría quedar nuestro establecimiento. Sencillamente nos maravilla. Nos encanta. Sabemos que esta propuesta daría un cambio de 360º, que nos haría duplicar las ventas.
Es por ello que solicitamos el presupuesto. Este apartado ya no nos gusta tanto. Y es cuando empezamos a posponer el tema, dejamos que el tiempo pase. Aunque somos conscientes de que muchos de los huéspedes que teníamos fidelizados llevan tiempo sin venir ¿Se habrán ido a un establecimiento más atractivo? Acaba la temporada y las ventas no han resultado tan bien como se preveían. Por otra parte, nos alarma otro factor ¿Y si tenemos una inspección? Ya que hemos leído que la última reforma de la ley de turismo de la Comunidad Valenciana va a poner “mano dura” a los establecimientos hoteleros en cuanto a la calidad de las instalaciones.
Sabemos cuál es la solución, pero nos aterroriza afrontarla. ¿Y si no acaban a tiempo las obras? ¿Y si luego resulta que el presupuesto es algo más? ¿Y si no recuperamos en un año la inversión? ¿Y si….?
Estas son las preguntas que se hace un propietario de un Hotel en el que no han intervenido desde hace 10 años. Y ahora preguntamos nosotros, profesionales de ADatelier8, ¿Y si cada huésped deja de ir a este establecimiento porque por el mismo precio tiene alternativas funcionales y actuales? ¿Y si en booking viendo la primera foto del estado de las habitaciones nadie reserva? ¿Y si este establecimiento decae hasta tal punto de que en la mente del cliente se cree un concepto tan deplorable que dañe la imagen corporativa? ¿Y si tienen una inspección? ¿Y si cierran el Hotel?
No siempre son situaciones tan dramáticas, es cierto. Pero con esto, queremos explicar que el diseño es una inversión que resulta necesaria y que se recupera con creces. ¿Entonces por qué da tanto miedo tirarse a la piscina si tarde o temprano por fuerza se deberá intervenir? ¿Por qué se espera hasta los extremos?
Las soluciones más a la mano y menos rentables.
Ante este miedo, y para no hacer una inversión global, muchos propietarios van poniendo parches. Este año pintamos las paredes. El año que viene cambiamos la iluminación. El siguiente los baños.
Está claro que intervenir en un establecimiento requiere muchas veces cifras elevadas a las que no todo el mundo tiene acceso. Pero quizás es preferible quedarse parado a poner parches. Es necesario hacer las cosas con sentido. Llamar a profesionales que te guíen con criterio. Porque si este año pinto las paredes y el año que viene pongo lámparas y daño las paredes, lo más seguro es que me tenga que retocar la pintura en la que invertí el año pasado. Y si el siguiente arreglo los baños, quizás tenga que cambiar también la iluminación en la que invertí hace un año en las habitaciones porque no va a juego con la del baño.
La planificación con criterio es ahorro.
Se trata de un ejemplo tonto. Con el que queremos decir que las intervenciones con planificación y criterio llevan implícitas ahorro. Muchas veces se malinterpreta el hecho de trabajar con estudios de interiorismo pensando que resultan caros. Que hay que pagar unos honorarios. Pero resulta que a la larga, estos honorarios son una décima parte de lo que hemos invertido en parches. Y lo peor de todo es que, cuando uno pone una chapuza tras otra, el resultado seguirá siendo siempre igual: una chapuza. Es decir, tu dinero cae en saco roto. El aspecto integral del hotel, o de la habitación nunca cambiará con estos parches. Nunca, y digo nunca, se conseguirá “dar un lavado de cara” o dar una imagen consistente si las cosas se hacen sin sentido. Lo único que se logrará es invertir a la larga mucho más que el presupuesto que nos habían presentado con la propuesta-solución.
Tu deber como Director o propietario de un establecimiento es el de ser consciente de la necesaria inversión en Diseño comercial, en mejora, en actualización de los espacios.
Nuestro deber como Interioristas para hoteles es saber provocar la exclamación. Diseñar el acogimiento perfecto. Despertar los sentidos. La fuerza de la evocación. Trabajar la noción del confort. Conseguir la obligada funcionalidad. Planificando las fases con criterio y haciéndote ahorrar dinero.
Un saludo,
ADatelier8.